Jordi Muñoz
Un joven mexicano de 21 años afronta un día más de tedioso encierro en su piso de Riverside, California, a la espera de obtener la Green Card, la tarjeta de residencia que le permita estudiar, buscar trabajo o sacarse el carné de conducir en Estados Unidos.
Corre
marzo de 2007 y Jordi Muñoz, un apasionado de la computación que soñaba de
pequeño con ser piloto, acaba de mudarse con su esposa al otro lado de la
frontera, dejando colgados sus estudios de ingeniería en el Centro de Enseñanza
Técnica y Superior de Baja California (México). “Me aburría muchísimo en casa,
así que empecé a jugar con chips y controladores: pasaba horas haciendo pruebas
con el código, navegando y leyendo en el ordenador”, recuerda el joven.
Así fue como Muñoz
descubrió DIY Drones, un
foro donde miles de aficionados a fabricar sus propios vehículos aéreos no
tripulados (los llamados drones) comparten
sus experiencias, las librerías de código que van perfeccionando y adaptando a
cada necesidad o los planos de los componentes electrónicos con los que
fabrican sus prototipos.
Inmerso en este
sustrato de conocimiento amplio, actualizado y de acceso ilimitado, Muñoz no
solo progresó como desarrollador sino que heredó la filosofía abierta y colaborativa
en la que ha basado su carrera como emprendedor, e hizo importantes contactos.
Sus experimentos caseros llamaron la atención de Chris Anderson –director de la
revista Wired- que vio en un vídeo cómo
Muñoz hacía volar un helicóptero de forma autónoma utilizando una placa Arduino
(una plataforma de electrónica abierta) y un controlador de una consola Wii que
había reprogramado.
Impresionado,
Anderson aportó una pequeña financiación y Muñoz fabricó manualmente 40
unidades de sus placas. “Se vendieron el mismo día y entonces nos dimos
cuenta de que ahí había un negocio”, explica el joven. Así nació 3D Robotics, una empresa que emplea a 20 personas y, según sus
estimaciones, generará a finales de este año 4,8 millones de dólares (3,6
millones de euros) de beneficios.
Esta compañía, de
la que Muñoz es el director ejecutivo, vende accesorios electrónicos para
aficionados que construyen drones en su garaje, o para profesores de
universidad que quieren que sus alumnos de ingeniería aprendan a diseñar
robots. El producto más demandado es el sistema Ardupilot, un piloto automático
de bajo coste y fácil de usar. “Por unos 200 dólares tienen a su disposición un
sistema de alta tecnología que podría costar miles”, explica Muñoz. “Además,
como es de código abierto, pueden ‘jugar’ con él y ver en tiempo real las
respuestas a sus modificaciones”.
Junto a la
aplicación didáctica, estos aviones no tripulados (o sus piezas) han demostrado
ser útiles para infinidad de propósitos. Usar un pequeño drone en lugar de fletar un helicóptero
ahorra muchos costes en misiones de vigilancia, seguimiento de animales
migratorios o inspección de zonas arqueológicas.
En 2011, Muñoz
encargó a su amigo Guillermo Romero que fundara una empresa hermana a 3D
Robotics con sede en Tijuana (México) llamada Udrones. Desde
ella atienden el mercado extranjero y mandan pedidos a los clientes que piden
aviones completamente ensamblados y listos para volar (ya han enviado varios a
Alemania y Australia).
Aunque
actualmente la manufactura se hace en México y el desarrollo tecnológico en
EE.UU., el objetivo de Muñoz es generar el caldo de cultivo para que la
capacitación técnica de los profesionales mexicanos sea pronto equiparable a la
de los ingenieros estadounidenses. “Si la naturaleza de mi empresa no fuera
abierta, pondría una maquila en México y los operarios se limitarían ensamblar
piezas; no existiría una transferencia de conocimiento”, explica.
Para John Janas,
presidente de la empresa de análisis y estrategia de mercado Janas
International Enterprises y miembro del jurado de los premios TR35 México, el valor clave de Muñoz
reside precisamente “en la promoción de la ideología de código abierto y
Creative Commons entre investigadores, estudiantes y otras personas” a los que
hace partícipes de los detalles de su hardware y su software. “Este intercambio
de conocimientos acelerará -según Janas- la aparición de aplicaciones
innovadoras de la tecnología de los robots aéreos”
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